sábado, 19 de marzo de 2011

misterio: cuarto jinete del apocalipsis en egipto.pasara o no pasara



(Ap. 6:7) Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente, que decía: Ven y mira. {8} Miré, y he aquí un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades le seguía; y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra.

v. 8 - Miré, y he aquí un caballo amarillo - El caballo tiene un color verde-amarillento enfermizo (gr. chloros, de donde viene la palabra cloro), como una persona muerta. Este caballo resume el trabajo de los otros tres, es decir muerte por espada y plaga y por las fieras de la tierra. Este versículo es también parecido a 13:10 donde la indicación clara es para perseguir por la bestia en forma de cautividad, o ser muerto por espada.

v. 8 - y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades le seguía - El Hades es la morada de los espíritus después de la muerte y, por lo tanto, siempre está muy cerca de la muerte. La Muerte y el Hades, la morada de la muerte, están personificados aquí, como en 20:13. Pero Jesús tiene autoridad sobre ambos (ver 1:18).

martes, 15 de marzo de 2011

Gran Esfinge De Guiza

La Gran Esfinge de Guiza es una monumental escultura que se encuentra en la ribera occidental del río Nilo, en la ciudad de Guiza, unos veinte kilómetros al sudoeste del centro de El Cairo. Los egiptólogos estiman que fue esculpida c. Siglo XXVI a. C., durante la dinastía IV de Egipto. Los lugareños la llamaban Abu el-Hol «Padre del Terror», corrupción de la expresión copta bel-hit, que se aplica a quien manifiesta su inteligencia en los ojos y que traduce la denominación egipcia hu o ju que significa el guardián o vigilante.

Se realizó esculpiendo un montículo de roca caliza situado en la meseta de Guiza. Tiene una altura de unos veinte metros, midiendo el rostro más de cinco metros. La cabeza podría representar al faraón Kefrén, dato que no es seguro aun, debido a que es posible que la construyese un faraón menor, anterior a Kefrén, teniendo el cuerpo la forma de un león. En épocas antiguas estaba pintada en vivos colores: Rojo el cuerpo y la cara, y el nemes que cubría la cabeza con rayas amarillas y azules. Sus dimensiones aproximadas son: 57 metros de longitud y veinte de altura.

El chupacabras de puerto rico

Según el UFO Magazine de la edición 1996, existen más de 2000 casos relatados de animales mutilados en Puerto Rico durante las últimas década. Se afirma que es un animal desconocido por la ciencia y que se dedica a matar a los animales de una forma brutal. Los pueblerinos lo conocen como Chupacabras y existen muchas historias creadas en torno a él.
Las versiones oficiales hablan de un vulgar predador o carnívoro de alguna especie animal conocida por el hombre. Sin embargo, fuentes más creyentes consideran que se trata de una conspiración del gobierno para esconder la verdad sobre este animal al pueblo y, seguramente, para evitar el pánico colectivo. Si el pueblo de Puerto Rico creyese en esta verdad saltaría la alarma nacional, consideran los expertos. Muchos consideran que el Chupacabras es una Entidad Biológica Anómala (EBA).
Quienes siguen la historia de cerca hablan de aspectos físicos muy concretos sobre el chupacabras. Se trata de un cruce entre una criatura conocida como un extraterrestre humanoide “Cinzento”, debido a la forma de la cabeza y de sus ojos, carente de cola. Muchas personas y testimonios describen al chupacabras como un dinosaurio bípedo erecto, con boca pequeña y dientes protuberantes. Otros testimonios afirman que tiene orejas puntiagudas y pequeños agujeros en la zona de nariz, aunque no existe consenso claro. Sin embargo todos coinciden en que tiene un pelo muy extenso por todo el cuerpo y algunos testimonios se refieren a él como negros pero con la capcidad de cambiar de colores, como un camaleón.
Aunque no se han pronunciado demasiadas fuentes y autoridades oficiales de Puerto Rico, los más conspiradores afirman que el gobierno ya capturó a dos criaturas que fueron llevadas a los Estados Unidos y una posible vinculación con los ovnis.  Como siempre su veracidad queda a juicio y debate entre escépticos y creyentes.

martes, 1 de marzo de 2011

TRIANGULO DE LAS BERMUDAS


El Triángulo de las Bermudas es un área geográfica con forma de triángulo, con un área aproximada de 1,1 millones de km², situada en el océano Atlántico entre las islas Bermudas, Puerto Rico y Fort Lauderdale (Florida).

Es famoso porque a mediados del siglo XX varios escritores publicaron artículos en revistas acerca de la presunta peligrosidad de la zona.
Sin embargo las estadísticas de la Guardia Costera de los Estados Unidos no indican que en esa zona haya más desapariciones de barcos y aviones que en otras zonas del igual trafico.

Ya desde la era de la vela, las naves que viajaban a Europa pasaban continuamente por esta zona para aprovechar los vientos dominantes y la Corriente del Golfo. Luego, con el desarrollo de las máquinas de vapor y los barcos con motores de combustión interna, gran parte del tráfico del Atlántico Norte siguió cruzando (y aún lo hace) a través del área del supuesto «Triángulo de las Bermudas».
La Corriente del Golfo, un área con un tiempo muy inestable (conocida por sus huracanes), también pasa por el triángulo al abandonar el mar Caribe. La combinación de un denso tráfico marítimo y el tiempo tempestuoso hace posible que algunos barcos se adentren en tormentas y se pierdan sin dejar rastro, especialmente antes del desarrollo de las telecomunicaciones, el radar y los satélites a finales del siglo XX.

Ovnis en Puerto Rico

TODO COMENZÓ UNA NOCHE MUY DE MADRUGADA,CUANDO AMAURY CONDUCÍA SU COCHE EN UNA CARRETERA, CUANDO DE REPENTE ESCUCHO UNOS PASOS COMO SI FUERA DE UN ANIMAL QUE IBA CORRIENDO A SU LADO. CUANDO GIRÓ LA CABEZA PARA VER, OBSERVÓ QUE SE TRATABA DE UN SER PEQUEÑO Y CUANDO LE VIO LA CARA SE DIO CUENTA QUE NO ERA UN SER TERRESTRE. INMEDIATAMENTE EN VEZ DE ACELERAR SU VEHÍCULO, AMAURY FRENÓ BRUSCAMENTE Y AL DETENERSE PUDO OBSERVAR QUE HABÍA OTRO SER AL COSTADO DE LA CARRETERA, DE PRONTO ESCUCHO EL RUIDO DE CÓMO SE ABRIERA LA PUERTA DE SU COCHE, Y YA NO SE ACUERDA MÁS DE NADA. AL DESPERTAR, SE DA CUENTA QUE SE ENCUENTRA EN OTRO LUGAR DIFERENTE. DE REPENTE ESCUCHA UN FUERTE RUIDO Y PUEDE VER POR ENCIMA DE ÉL, TRES AVIONES QUE GIRABAN ALREDEDOR DE UN OBJETO CIRCULAR. BUSCÓ EN LA GUANTERA DEL COCHE SU CÁMARA FOTOGRÁFICA Y PUDO REALIZAR VARIAS FOTOGRAFÍAS, LO CURIOSO DE TODO ESTO ES QUE AMAURY SOLO REALIZABA LAS FOTOGRAFÍAS CUANDO ESCUCHABA DENTRO SUYO, UN SONIDO COMO SI FUESE UN "BIP", COMO SI DE UNA SEÑAL SE TRATASE. LUEGO VOLVIÓ A PERDER EL CONOCIMIENTO, Y EN ESE LAPSUS DE TIEMPO, SE VIÓ DENTRO DE UN NAVE COMO SI FUERA UNA SALA DE PROYECCIÓN EN DONDE HABÍA 14 PERSONAS A SU LADO. EN FRENTE DE ELLOS HABÍA TRES SERES Y UNO SE PRESENTÓ COMO AMARÓN. DETRÁS DE ESTOS SERES COMENZARON A PROYECTAR UNAS IMÁGENES DE UN METEORITO GIGANTESCO QUE CAÍA SOBRE EL OCÉANO CERCA DE COSTA RICA. ¿AVISOS, PREMONICIONES?, ¿QUIÉN SABE?. EN FIN, UNA EXPERIENCIA ALUCINANTE QUE LE SUCEDIÓ A AMAURY RIVERA EN 1988.

jueves, 24 de febrero de 2011

La garita del diablo

Con un grito de" Alerta" el centinela comenzaba la jornada militar, Esto se efectuaba frecuentemente para no dormirse y atestiguar su vigilancia. Misteriosamente, durante una noche oscura, desapareció un centinela de esta garita, surgiendo así la leyenda de la "Garita del Diablo".
          Los habitantes de la isla de Puerto Rico, eran muy propensos a los ataques de piratas. Por tal razón tenían que pasarse la vida vigilando. La ciudad capital estaba rodeada (aún está) por castillos y murallas . Alrededor de las murallas habían, entre trecho y trecho, unas garitas o torresitas donde los soldados hacían su guardia día y noche. Por las noches se sentías las rondas de gritos que los centinelas gritaban para no dormirse.
- ¡Centinela alerta! - le gritaba uno
Y el más cercano respondía:
-¡Alerta está!

          Entre todas las garitas, había una, la más distante y solitaria. Estaba sobre un acantilado profundo en el extremo de la bahía. En el silencio de la noche, el ruido del mar producía un rumor como si los malos espíritus estuvieran cuchicheando.
          Había un soldado al cual llamaban "Flor de Azahar". El azahar era una flor muy blanca y como el soldado Sánchez tenía la piel blanca como el azahar, le llamaban así. Esa noche le tocó a Sánchez velar en esa garita.
          Como de costumbre, los gritos de contraseña de los soldados se escuchaban de trecho en trecho. Pero, al llegar al de el soldado Sánchez, nadie contestaba. Solo se escuchaba el viento silbar y el mar con su rumor.
          El miedo se apodera de sus compañeros que pasaron la noche temblando, del solo pensar, que le hubiese pasado a su compañero.
          Al salir el sol, todos salieron corriendo hacia la garita a ver que había pasado en la garita, que se había quedado muda durante la noche. Encontraron: el fusil, la cartuchera y el uniforme del soldado Sánchez. El soldado Sánchez, había desaparecido sin dejar rastros.
          Los soldados, que eran supersticiosos, comenzaron a decir que un demonio lo había sorprendido y se lo había llevado por los aires.
          Desde ese día, a la garita del desaparecido Sánchez, se le conoce como "La Garita del Diablo".
          Eso fue lo que creyeron los soldados y el resto de la isla.
          Pero la verdad.....esa se las contaré yo, ¿quieren saberla?. Pues aquí les va:
          Sánchez (Flor de Azahar) era un soldado andaluz y muy guapo, que pertenecía al Regimiento de Caballería y tocaba una guitarra muy bella.
          Diana, una mestiza, muy hermosa, vivía profundamente enamorada de Sánchez. Y Sánchez de ella. Se conformaban con mirarse y hablarse con los ojos. A Sánchez su ordenanza le prohibía acercarse a ella, y a ella, se lo prohibía su madre de crianza que era más estricta que un sargento.
          Flor de Azahar (Sánchez) se comunicaba con ella, a través de su guitarra. En las noches la tocaba y cantaba. En el canto le comunicaba a Diana sus mensajes. Una noche le envió un mensaje, el cual solo ella podía comprender, que decía:
          "Mañana cuando anochezca, vete a buscar a tu amor, porque lejos de tus brazos, se le muere el corazón." La noche siguiente, Diana se levantó muy calladita y sigilosamente, salió de la casa para buscar a su amor. Cuando se encontraron, en la garita, se fundieron en besos y palabras de amor y decidieron huir lejos y vivir juntos para siempre.
          Diana le había llevado un traje civil. El dejó en la garita el fusil, la cartuchera y el uniforme y sin hacer el menor ruido huyeron hacia la sierra y los bosques de Luquillo.
          Allí, a escondidas del resto de la isla, construyeron su hogar y vivieron el resto de sus días.
          Dicen que aún, en la garita, en las noches se escucha el rasgueo de la guitarra y una risa disuelta en el viento. Queriendo ésto decir que Diana y Flor de Azahar se burlan de los que inventaron la leyenda de la Garita del Diablo.

la leyenda del pirata cofresí

La goleta "Ana," navegando de bolina y orza este, cuarta al nordeste, dobló punta Borinquen e hizo frente a las embravecidas ondas del mar del Norte, dejando las tranquilas aguas del noroeste de la ensenada de Aguadilla.

--"Aferra el trinquete(3) y afloja foque(4) y mayor(5)", gritó Cofresí al segundo de a bordo; y echémonos mar afuera a ver si tenemos hoy buena fortuna a barlovento.

Las órdenes del pirata se cumplieron estrictas y la ligera nao empezó a navegar velozmente con todo su aparejo a vela llena. Las ondas se rompían impetuosas en su proa y azotaban con sus espumas blanquizcas la cubierta del barco. Las cuadernas de la goleta crujían de vez en cuando. Detrás iba quedando una estela de lechoso espumajo hirviente.

El horizonte estaba límpido, el cielo azul, y el brisote frescachón que soplaba del este estaba fijo. La isla se iba perdiendo de vista. De cuando en cuando una gaviota pasaba graznando sobre la embarcación: parecía un pañuelo blanco arrojado en el espacio.

--"Pilichi", dijo Cofresí al grumete, con soberbio ademán, "vé a mi camarote y tráeme el anteojo. Me parece divisar algo en lontananza".

Y el arrogante marino ponía la mano horizontal sobre las cejas, como una visera, para enfocar bien su mirada de águila y escudriñar las lejanías del mar. Recibido el catalejo lo tendió diestramente y, cierto de lo que presumía, por sus ojos fulguró un relámpago, y gritó al contramaestre con voz llena de fanfarria.

--"Hazte cargo del timón, Galache, que tenemos enemigos a la vista".

Era un brick(6) danés que conducía mercaderías de Nueva York a San Thomas. Para tal época esa isla, con su puerto franco, era un depósito de grandes aprovisionamientos de telas, ferretería y artículos de lujo traídos de Europa y Norte América para surtir las Antillas y Venezuela. Cada vez se distinguía más claro el confiado buque mercante. Cofresí pasó al entrepuente de proa e hizo en su presencia cargar el pedrero de bronce con un saquillo de pólvora y abundante metralla. Después se cercioró que estaba fuerte el montaje de la cureña y firmes las gualderas. Entonces marchó a popa donde reunió su gente, llamando a cada uno por su nombre, y les dio sus instrucciones. Revisó severamente machetes y cuchillos. Hizo traer más armas blancas y ordenó ponerlas en un sitio especial en el combés cerca del palo del trinquete. Y tranquilamente se puso a amolar, con sumo cuidado, su hacha de abordaje.

La gente del bergantín, al divisar la goleta, izó la bandera danesa en señal de saludo. La velera "Ana" izó bandera de muerte, es decir, la bandera negra de los piratas. El brick ya no podía huir y afrontó el peligro. La goleta era muy andadora y se habla apropiado directamente al enemigo. El bergantín estaba abarrotado en su carga. Su tripulación comprendió que tenía que habérselas con un barco pirata. Pronto la borda del brick fue ocupada por diez rifleros alineados que hicieron fuego de fusilaría. Eran malos tiradores. Las balas atravesaron el velamen de la "Ana" y algunas se incrustaron en la obra muerta(7) del casco. Entonces las armas de fuego no eran de repetición; de modo que mientras las cargaban de nuevo los tiradores del bergantín, la goleta se puso a doscientos pies de distancia y le lanzó una descarga de metralla con el pedrero de proa. El ruido del cañón impresionó a los marineros del brick y antes que pudieran disparar por segunda vez sus rifles, ya la "Ana" estaba al abordaje, ceñida al buque contrario por estribor.

C
ofresí, hacha en mano, seguido de los suyos, saltó ágil y célere al buque abordado y atacó cuerpo a cuerpo a los defensores del brick. Estos no estaban preparados para un combate al arma blanca. Sonaron tres o cuatro tiros y quedó despejado el entrepuente(8). Los marineros del bergantín se refugiaron en las bodegas. Rápidamente se adueñó Cofresí del buque dando muerte al timonel y a algunos marinos que quedaron sobre cubierta. Después cerraron las escotillas(9) y quedó preso bajo cubierta el resto de la tripulación del brick. El capitán danés estaba junto al palo de mesana, en un charco de sangre, con la cabeza abierta de un hachazo. Los cadáveres fueron arrojados al mar y empezó el alijo de la sobrecubierta. En seguida se saquearon las bodegas con suma precaución y se trincaron bien los presos que iban apareciendo. Luego de saqueado el bergantín se le dio barreno, y se desatracó el pirata para verlo hundirse. El brick dio una cabezada primero y se inclinó de proa; después se fue sumergiendo poco a poco hasta que de repente desapareció bajo las aguas.

La "Ana" hizo entonces rumbo hacia la Isla, que se divisaba a sotavento, y maniobró en demanda de punta San Francisco para ocultarse en Cabo Rojo.

El comercio de San Thomas estaba aterrado con las depredaciones de Cofresí. Por fin el gobierno de Washington intervino y dio orden al Almirantazgo de castigar al pirata puertorriqueño. Pronto llegó a conocimiento de Cofresí que un barco de guerra norteamericano había venido a ayudar a las autoridades de la Isla para capturarlo o destruirlo. Entonces abandonó sus correrías por aguas del Atlántico y se pasó al mar Caribe.
Estando la "Ana" fondeada en el puerto de Bocas del Infierno divisó en lontananza una vela, y Cofresí con su velera nao salió prontamente a apresarla. Pero esta vez fue por lana y le zurraron la badana. Tan pronto estuvo a tiro de cañón recibió un balazo en el bauprésque le hizo comprender que se las había con un barco de guerra. No obstante, se le fue encima valentísimo y le hizo fuego de fusilería y cañón siendo recibido de igual modo. Viendo la superioridad del contrario viró de redondo y a todo trapo emprendió la huida. La goleta, descalabrada, izó la escandalosa(10) sobre los cangrejos para escapar mejor, utilizando el viento de popa que le soplaba. Cofresí se puso al timón porque la "Ana" era una nave de buen gobierno y muy veloz, y dirigió la goleta paralelamente a la costa, bojeando el sur y burlándose de sus perseguidores hasta que la embarrancó en un bancal diestramente. Echados un bote y una chalana al agua ganaron los piratas la playa, librándose del buque de guerra que no pudo alcanzarlos, ni maniobrar con sus botes por aquellos sitios inabordables.
Ya en tierra dividió Cofresí su gente en dos grupos, dándoles por punto de reunión la playa de Cabo Rojo. Antes enterraron lo que pudieron salvar de la "Ana." Cada grupo bien armado emprendió la fuga por distinta vía.

Como las Milicias Disciplinadas estaban patrullando por aquella costa, pronto los dos grupos tuvieron que batirse y abrirse campo a sangre y fuego, volviendo a subdividirse, fatigados y jadeantes, hasta que acosados por la caballería tuvieron que rendirse a sus perseguidores. El jefe pirata fue cogido después de reñida refriega, todo cubierto de heridas.

Roberto Cofresí y Ramírez de Arellano(11), natural y vecino de Cabo Rojo, era un joven altivo, de veintiséis años de edad, robusto, valiente, audaz y de bravo aspecto. Unido a quince compañeros de la piel del diablo, eran el terror de estos mares antillanos con sus piraterías.

Para satisfacer a la vindicta pública y asegurar el reposo y tranquilidad de estas islas, fueron pasados por las armas en la mañana del 29 de marzo de 1825. Un gentío inmenso presenció el horroroso espectáculo en el Campo del Morro. Un destacamento del Regimiento de Infantería de Granada formó el cuadro para conservar el orden. Una descarga cerrada de un piquete de tiradores, a una señal sigilosa convenida, hizo que once de aquellos desgraciados pasaran a la eternidad. Los otros habían muerto en los combates sostenidos con las Milicias.

 Satisfecha la curiosidad y llena de pavor dispersóse la muchedumbre conmovida. Las tropas volvieron a sus cuarteles a redoble de tambor. Y los cadáveres mutilados por la justicia humana quedaron expuestos al público por veinticuatro horas para escarmiento de malhechores.

L
os hermanos de la Caridad, que no comulgan con el odio social, previo permiso del Gobierno, dieron sepultura a aquellos cadáveres en el cementerio de Santa María de la Magdalena.

Así terminaron el valiente Cofresí y sus intrépidos compañeros de correrías piráticas.

 

 

La leyenda de la capilla de cristo

 Cuenta la leyenda que la Capilla del Cristo se erigió para honrar un milagro.
          Dice la leyenda, que para los años 1750 más o menos, se había efectuado una carrera de caballos a lo largo de la calle Del Cristo. Uno de los participantes no pudo detener su caballo y se cayó por el precipicio. Don Tomas Mateo Prats, que era el secretario de gobierno para aquel entonces, invocó al Santo Cristo de la Salud y que el joven que cayó por el precipicio se salvó. Por agradecimiento al Santo Cristo de la Salud, Don Tomas Mateo Prats ordenó construir la Capilla.
          La verdad, no es esa. Estudios recientes hechos por Don Adolfo de Hostos confirman que el joven que cayó por el acantilado, si murió. Y que Don Tomas Mateo Prats ordenó erigir la Capilla para evitar tragedias futuras.
 

martes, 22 de febrero de 2011

LA VIEJA MECEDORA

Una mañana, en el pueblo donde residía había una gran subasta, debido a la demolición de una vieja casa abandonada y todos los objetos de valor que en ella se encontraba los iban a venderse.



El joven al enterarse fue rápido a ver si veía algo que llamase su interés. Pensaba que sería una buena idea encontrar algo que le sirviera para el salón y pudiera a su vez no ser un simple adorno.



Al llegar a la subasta, veía libros viejos, una lámpara de araña, algunos armarios y un baúl, pero nada que llamase su atención. La puja comenzó, hasta que de pronto vio, que se subastaba una mecedora; que por muy simple que se viese, era perfecta para el rincón del salón. Así que después de estar luchando por ese asiento, consiguió comprarlo.



Cuando llegó a su casa, abrió la caja que la contenía y la colocó en el lugar que había dispuesto para ella. Cómoda, confortable y barata, era perfecto para sus horas tanto de lectura como de sueño.



Los días pasaban sintiéndose más orgulloso de la buena compra que había hecho, sin arrepentirse de nada, pues comía y se echaba su pequeña siesta o a veces se ponía delante de algún libro a leer, balanceándose horas y horas.



Una noche de tormenta oyó el crujir de la madera, pero pensó que aquel estruendo lo generaban los árboles de la calle, se fue a dormir, porque por la mañana tendría que madrugar para ir a trabajar.



Al día siguiente hacia su vida como siempre, hasta que llegaba la noche y volvía a oír ese extraño sonido, no produciéndola ni la tormenta, ni el viento; sonando en el interior de la casa. Bajó a ver lo que pasaba, pero todo estaba en calma; lo más seguro que fuese que estaba soñando pues eran las tres y media de la mañana.



El tiempo pasaba, haciéndose cada vez más repetitivo cuando daban las tres, pero siempre bajaba, lo revisaba todo, miraba cada rincón, pero no hallaba nada.



Una noche no podía conciliar el sueño y se puso a leer a altas horas. Dieron las tres de la mañana y allí seguía con su lectura, pasando páginas y más páginas, hasta que se levantó a por un vaso de agua.



Mientras se encontraba en la cocina oyó ese maldito ruido que lo tenía nervioso, pues no sabía de donde provenía, observando que delante de sus ojos se movía la mecedora incesantemente. Pero allí no corría el viento por ninguna parte y lo que fue más curioso que al ponerse delante del asiento, se paró en seco. El muchacho no podía creer lo que veía, pensaba que había leído demasiado y era todo producto de su imaginación.



Al día siguiente se acerco a los que le vendieron la mecedora, para buscar respuestas a lo que le ocurrió, pero nadie le pudo contestar. Marchándose para su casa, sintiendo que lo sucedido la noche anterior fue desvaríos debido al cansancio.



Dando el reloj las tres de la mañana, se escuchó de nuevo ese infernal ruido. El chico no salía de su asombro, pero todo esto debía de acabar, no podía continuar así, se tenía que deshacer urgentemente de ese condenado mobiliario.



Bajando cada peldaño de la escalera hasta llegar al final, se topó delante de la mecedora, que se movía cada vez más ligera. Sin pensarlo actuó rápidamente dirigiéndose hacia ella, pero de repente cuando la fue a cogerla, un escalofrío atravesó su cuerpo, al sentir que una mano se posó en su hombro.



A la mañana siguiente un compañero suyo de trabajo, se extrañó de que no fuera como cada día, pues siempre era muy puntual y si estaba enfermo, siempre llamaba para avisar.




Acercándose a la casa donde vivía el joven, nadie respondía a las llamadas del timbre hasta que se fijó que la puerta estaba entreabierta; adentrándose en el lugar, no podía ni imaginar lo que allí veían sus ojos. Pasó la entrada encontrandose con la figura de su compañero muerto, sentado en la mecedora, con los ojos fuera de sus órbitas, mientras que sujetaba su libro,.



Los días pasaron desde aquel nefasto suceso, algunos pensaban que murió de forma natural, otros que se suicidó con algún veneno, pero sois los únicos que podéis juzgar por vosotros mismos; yo, a decir verdad, os dejo que saquéis conclusiones de todo esto, mientras que saco a subasta UNA VIEJA MECEDORA…

miércoles, 9 de febrero de 2011

La leyenda del perro petrificado

Un poco mar afuera, no muy lejos del Castillo de San Jerónimo, se levanta una estructura coralina que ha sido  fuente de muchas bellas canciones folklóricas y de cuentos y que conocemos como La Piedra del  Perro.  Observándola desde un ángulo recto, puede apreciarse claramente un perrito posado sobre la inmensa masa de coral, vigilando con paciencia el tranquilo mar abierto y la firme línea del horizonte.

            Dice la leyenda que cuando el Castillo San Jerónimo era una fortaleza militar española a cargo de proteger la costa de la isla de ataques enemigos, vivía allí un joven soldado llamado Enrique, que por estar tan lejos de su hogar y familia, se sentía solo y nostálgico por lo que buscaba un compañero. A diferencia del resto de los soldados en el fuerte, quienes habían sido educados desde niños para convertirse en guerreros y militares, toda su vida Enrique había sido un sencillo agricultor que ingresó en el ejército buscando aventuras y viajes por lugares exóticos.

            Un  día, mientras paseaba por las calles del Viejo San Juan, oyó un doloroso quejido proveniente de uno de los callejones. Tirado en una cuneta, con una pata malamente herida, se encontraba un perrito abandonado, que Enrique con mucho cuidado tanteó el débil cuerpo macilento, sonrió y le dijo a la infeliz criatura “No te preocupes amiguito, pronto estarás sano y corriendo por ahí”.

            Después de semanas de descanso, el perrito había engordado y se veía muy enérgico.  Pegado a los talones de Enrique, le acompañaba a todas partes provocando así risas y comentarios de los otros soldados.  Un día el oficial superior de Enrique le preguntó cuál era el nombre de su mascota, a lo que contestó “Se llama Amigo, señor”.

            Meses más tarde se recibió la noticia que España necesitaba hombres en Cuba, por lo que Enrique cayó entre los que debían partir.    Tristemente, Enrique se despide diciendole a Amigo "No te preocupes, que yo regresaré, los compañeros aquí te cuidarán bien”. Amigo se quedó mirando el barco hasta que desapareció y entonces, se tiró al agua por uno de los lados del fuerte y nadó hasta llegar a un arrecife de coral que se encontraba en la base de la muralla.  Subió a lo alto del arrecife y allí esperó el regreso del barco de Enrique, lo que continuó haciendo por muchos meses.

            Otro día, se recibió la noticia de que mientras Enrique defendía su país en una brutal batalla naval, su barco se había  hundido y con él todos los hombres a bordo. Todos los soldados en el Castillo San Jerónimo hablaban con tristeza de  la tragedia y, a su manera, Amigo descubrió lo que había ocurrido.  Traspasado de dolor, sin poder creer que su amo estaba muerto, nadó rápidamente hasta su puesto de vigilancia para continuar su interminable espera por el amo que nunca regresaría.